Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1886 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 9 de diciembre de 1886
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Romero Robledo
Número y páginas del Diario de Sesiones: 81, 1964
Tema: Interpelación sobre la política seguida por el Gobierno durante el interregno parlamentario

Me importa hacer constar que yo no he dirigido insulto ninguno al Sr. Romero Robledo ni a nadie; y me importa hacer constar esto, porque después de los aspavientos con que se ha levantado su señoría diciendo que le he dirigido muchas injurias, se le ha invitado a probarlo, y todavía no lo ha hecho. Después de todo, de lo único de que se ha dolido su señoría es que yo le dijera que me extrañaba que apelase a ciertos atrevimientos de lenguaje. ¿Y es eso un insulto? Pues eso es lo único que he dicho a su señoría. Porque por lo demás, si el Sr. Romero Robledo está despechado, si el despecho le ciega y oye lo que no se le dice, y dice lo que tiene por conveniente, ¿qué culpa tengo yo de esto? Yo pudiera sentirme también de ciertas palabras gruesas que el señor Romero Robledo ha empleado contra mí, en la idea de que yo le había dirigido injurias, pero no me doy por ofendido, porque conozco el estado difícil en que S.S. se encuentra, y debo dejarlas pasar. Y aunque yo le hubiera dirigido alguna palabra, no digo ya insultante, ligeramente ofensiva siquiera a S.S., ¿qué culpa tiene la mayoría para que S.S. venga después a atacarla de la manera que lo ha hecho? (El Sr. Romero Robledo: Me ha interrumpido y la he llamado al orden). ¿No ha interrumpido mil veces S.S.? ¿Es acaso su señoría de los que menos interrumpen?

¡Ah! Es que S.S. ve la paja en el ojo ajeno, y no ve la viga en el propio. Tenga S.S. más calma, y verá cómo no ha tenido razón ninguna al lamentarse de la manera que lo ha hecho, y comprenderá a la vez la injusticia con que nos ha tratado; y no sólo esto, sino que si quiere S.S. que le repita la misma palabra que me ha dirigido, verá la imprudencia con que nos ha tratado. Ésa es la palabra que S.S. me ha dirigido a mí. Dígase si no es imprudente poner siempre manifiesto las supuestas dudas que tiene acerca del monarquismo del Gobierno, y si no es imprudente decir que el Gobierno trata de tender un cable a las oscuridades del porvenir, y que anda en tratos y contratos con los enemigos de la Monarquía. ¿Se puede decir esto dentro de los términos de la prudencia? Contésteme, pero con calma; deje S.S. sus malos humos para fuera de este sitio; contésteme con calma si esto se puede decir dentro de los límites de la prudencia, de la cortesía parlamentaria, y de la conveniencia del Parlamento y de las instituciones.

Y no quiero hacerme cargo de otra porción de cosas que ha dicho S.S., porque respeto el estado en que S.S. se encuentra. Le ha salido mal su plan político. ¿Qué culpa tengo yo de eso? Si todos los planes que S.S. ha hecho le han fracasado y se encuentra hoy tan solo como el primer día, o más solo que el primer día, permítame S.S. que le diga que esa no es razón para que se revuelva contra mí, para que se revuelva contra la mayoría y aún contra todo el mundo. No yo, no la mayoría, ni nadie, tenemos la culpa de que S.S. se haya equivocado. Era natural que S.S. se equivocase, porque no ha tomado buen camino; y como no ha tomado buen camino, le ha sucedido a S.S. lo que le debía suceder.

Pido perdón a S.S. si cree que alguna palabra mía le ha ofendido; no ha sido mi ánimo ofenderle, mi propósito ha sido únicamente defender al Gobierno y advertir a S.S. que en un monárquico no están bien las palabras, las frases y las reticencias que dirige S.S. a un Gobierno que tiene la mayoría de las Cortes y la confianza de la Corona.

Y no tengo más que decir. [1964]



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